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Fidel: Revolución eterna Galería de fotos
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Mujeres y Revolución
Fidel Castro Ruz
Fragmentos de discursos del líder histórico de
la Revolución, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
La Revolución de las mujeres dentro de la
Revolución Socialista en Cuba
Desde su primera alocución al pueblo, realizada
en Santiago de Cuba el 1ro. de enero de 1959, dedicó un espacio a
particularizar sobre las desventajas que afrontaban las cubanas y
afirmó: "La mujer es un sector de nuestro país que necesita también
ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y
en muchos otros aspectos de la vida".
[…]
El propio Fidel priorizó, dentro de la
estrategia revolucionaria cubana, la decisión de librar la batalla
por el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer, y dijo: "Ya no se
trata de una igualdad en abstracto, o de una lucha en abstracto por
la igualdad; ya no se trata de una teoría, se trata de una realidad,
y las realidades son más fuertes que las teorías, las realidades son
más sólidas que las abstracciones".
[…]
En 1966, en una reunión con la Federación de
Mujeres Cubanas (FMC) celebrada en la provincia de Villa Clara,
nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro reflexionaba acerca de los
éxitos de la fuerza laboral femenina que trabajaba en los planes
agrícolas productores de alimentos. Entonces acotó algunas
reflexiones medulares que definen, incluso, una singularidad del
proceso revolucionario cubano:
Cuando nosotros llegamos esta noche aquí, le
dije a un compañero que este fenómeno de las mujeres en la
Revolución, era una Revolución dentro de otra Revolución. Y si a
nosotros nos preguntaran qué es lo más revolucionario que está
haciendo la Revolución, responderíamos que lo más revolucionario que
está haciendo la Revolución es precisamente esto; es decir, la
Revolución que está teniendo lugar en las mujeres de nuestro país.
[…]
…y esa
es una de las grandes lecciones de que hablábamos anteriormente, una
de las grandes enseñanzas, y tal vez una de las más grandes
victorias contra prejuicios que tienen, no voy a decir años, ni
siglos, sino prejuicios que tienen milenios; el prejuicio de
considerar que las mujeres solo eran aptas para fregar, lavar,
planchar, cocinar, limpiar la casa y tener hijos, el prejuicio
milenario que situaba a la mujer dentro de la sociedad en un estrato
inferior.
[…]
Ustedes
a veces dicen que han aprendido de nosotros, pero la realidad es que
es mucho más lo que aprendemos del pueblo, lo que aprendemos de las
masas. Porque siempre renuevan y fortifican nuestra confianza,
nuestra fe, nuestro entusiasmo revolucionario. Ustedes nos ayudan a
educarnos a nosotros. Y cuando digo nosotros, lo digo no solo como
dirigente del Partido, lo digo también como hombre. Nos ayudan a
todos, a todos los revolucionarios, a tomar más clara conciencia de
estos problemas. Y ayudan al Partido y ayudan a los dirigentes de la
Revolución; un Partido donde hay un porcentaje altísimo de hombres
en la dirección.
[…]
Ninguna definición puede resultar más elocuente
para caracterizar el período especial de tiempo de paz que la
pronunciada por Fidel en nuestro V Congreso:
Para esta generación de cubanos […] es un
enorme privilegio ser testigo de esta época, ser protagonista de
este momento de la historia de nuestra Patria. Les aseguro a ustedes
que este momento es más importante que cualquiera que haya vivido
nuestro país en cualquier época anterior.
[…]
Haya o no haya guerra, haya o no período
especial, este momento es el más importante de la historia de
nuestro país y uno de los más importantes del mundo, en que se
decide si todas las banderas revolucionarias se pliegan y si una
gigantesca ola contrarrevolucionaria se apodera del mundo por un
período prolongado de tiempo, o se lucha, se resiste, y se da el
ejemplo y hacemos lo que hay que hacer. Y nosotros podemos sostener
esas banderas, podemos defenderlas, en cualquier circunstancia, con
guerra o sin guerra, con período especial o sin período especial.
[…]
en la guerra, resistir es la victoria; pero
también en la paz y en período especial en tiempo de paz, resistir
es la victoria.
[…]
El mensaje enviado por Fidel a las mujeres el 8
de marzo de 1997, expresa su opinión y reconoce el valor de este
movimiento social indetenible:
[...]
sin la mujer la obra ingente de la Revolución
no habría sido posible. A lo largo de estos años difíciles, no ha
habido tarea económica, social y política, no ha habido logro
científico, cultural y deportivo, no ha habido aporte a la defensa
de nuestro pueblo y de la soberanía de nuestra Patria, que no haya
contado con la presencia invariablemente entusiasta y patriótica de
la mujer cubana.
[...]
Nadie como ella ha hecho los mayores
sacrificios en el período especial que estamos aun viviendo, ni se
ha empinado tanto hasta convertir en hazaña el esfuerzo cotidiano.
[...]
Nos emocionan sus palabras cuando ese día
expresó: […] la mujer ha dignificado a la Revolución y la ha llevado
a los más altos sitiales que proceso alguno en esta época haya
alcanzado.
[...]
"Tiene que llegar el día en que tengamos un
Partido de hombres y mujeres, y una dirección de hombres y mujeres,
y un Gobierno de hombres y mujeres. Y creo que todos los compañeros
están conscientes de que esa es una necesidad de la Revolución, de
la sociedad y de la historia".
[...]
cuando
se juzgue a nuestra Revolución en los años futuros, una de las
cuestiones por las cuales nos juzgarán será la forma en que hayamos
resuelto en nuestra sociedad y en nuestra Patria los problemas de la
mujer, aunque se trate de uno de los problemas de la Revolución que
requieran más tenacidad, más firmeza, más constancia y más esfuerzo.
[...]
DISCURSO EN LA GRADUACIÓN DE OCHO MIL ALUMNAS DE LA ESCUELA PARA
CAMPESINAS "ANA BETANCOURT", 11 de diciembre de 1961, "Año de la
Educación"
[...]
Y, naturalmente, como consecuencia del
aprendizaje sistemático y prolongado, llegarán a perfeccionar su
trabajo, y veremos por eso, les decía, cosas tal vez más perfectas,
pero nunca volverá a ser ni a tener para nosotros la enseñanza y la
significación del acto de hoy. Ya no serán las muchachas que
llegaron a nuestra capital hace apenas unos meses; ya no serán las
campesinas que en tan breve tiempo han podido aprender tanto, han
podido adelantar tanto, y han demostrado poseer tantas virtudes, han
demostrado poseer tanta inteligencia, tanta sensibilidad humana y
revolucionaria.
Y nada podrá enseñarnos tanto cómo una
Revolución puede avanzar, y cómo una Revolución puede lograr
magníficos y extraordinarios frutos en un tiempo tan breve. Nada
podrá enseñarnos tanto lo que la Revolución ha ganado en
organización, lo que la Revolución ha ganado en perfección. Ya nada
podrá enseñarnos tanto lo que puede hacerse con el pueblo, y lo que
puede hacer el pueblo.
Y, naturalmente, como consecuencia del
aprendizaje sistemático y prolongado, llegarán a perfeccionar su
trabajo, y veremos por eso, les decía, cosas tal vez más perfectas,
pero nunca volverá a ser ni a tener para nosotros la enseñanza y la
significación del acto de hoy. Ya no serán las muchachas que
llegaron a nuestra capital hace apenas unos meses; ya no serán las
campesinas que en tan breve tiempo han podido aprender tanto, han
podido adelantar tanto, y han demostrado poseer tantas virtudes, han
demostrado poseer tanta inteligencia, tanta sensibilidad humana y
revolucionaria.
Y nada podrá enseñarnos tanto cómo una
Revolución puede avanzar, y cómo una Revolución puede lograr
magníficos y extraordinarios frutos en un tiempo tan breve. Nada
podrá enseñarnos tanto lo que la Revolución ha ganado en
organización, lo que la Revolución ha ganado en perfección. Ya nada
podrá enseñarnos tanto lo que puede hacerse con el pueblo, y lo que
puede hacer el pueblo.
[…]
Porque si algo nos hace sentirnos satisfechos,
si algo nos alienta a los revolucionarios cuando vemos lo que
ustedes han aprendido, lo que ustedes se han superado, si algo
verdaderamente premia el esfuerzo que se ha hecho, es saber que en
ustedes, que en cada una de ustedes —¡saberlo, porque lo estamos
viendo; saberlo, porque tenemos fe en ustedes!—, ¡saber que en cada
una de ustedes la Revolución cuenta con un soldado más!, ¡que en
cada una de ustedes la Patria cuenta con una revolucionaria más!,
¡que en cada una de ustedes Cuba cuenta con una hija más, dispuesta
a servir a la Patria, a servir a la Revolución y a servir a Cuba!
¡Saberlo como lo sabemos y verlo como lo vemos: como la cosecha que
son de las semillas sembradas en la tierra fértil de la Revolución!
[...]
¿Qué dirán?, ¿a qué les sabrá el éxito del
pueblo?, ¿cómo pensarán? Pues, sencillamente, pensarán: ¡Ese es el
pueblo! Y un pueblo que es capaz de esos hechos, un pueblo tan
inteligente, un pueblo tan entusiasta, no podrá ser sometido otra
vez jamás a la explotación, ¡no podrá ser de nuevo encadenado jamás!
[...]
Lo que la nación ha hecho con ustedes, es como
cuando en el campo se siembra: cuando se ara la tierra, se siembra,
se abona y se riega, y surge una abundante cosecha, en esos años en
que la cosecha es más abundante que nunca, ¡así también, nosotros,
en este acto de hoy, vemos que la cosecha es abundante como nunca!
[...]
DISCURSO EN EL I CONGRESO NACIONAL DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES
CUBANAS, La Habana, 1ro. de octubre de 1962, "Año de la
Planificación"
[...]
Y es necesario que las mujeres se vayan
abriendo paso, no solo en distintos tipos de trabajo manual, sino
también en el trabajo intelectual. Es, por ejemplo, significativo,
el hecho de que en un curso que comenzará dentro de una semana, de
nivelación para ingresar en la Escuela de Medicina, de mil
doscientos aspirantes hay más de quinientas muchachas.
Esto significa que en el camino de la ciencia
también ya se observa la presencia de la mujer en proporción muy
superior a lo que se había visto hasta este momento. Y así
sucesivamente.
[…]
Por eso, compañeras, ahora que vamos a entrar
pronto en el quinto aniversario; es decir, que vamos a cumplir el
cuarto y entrar en el quinto, que la Revolución va llegando ya a una
mucha mayor madurez, a una muy superior organización ¡que las
mujeres no se queden atrás! ¡que las mujeres se sitúen en primera
fila, en esta Revolución que tanto significa para la mujer cubana,
en esta Revolución que tanto significa para los hijos de las mujeres
cubanas!
[...]
DISCURSO EN LA GRADUACIÓN DE LA ESCUELA para CAMPESINAS "ANA
BETANCOURT", Ciudad Deportiva, La Habana, 6 de diciembre de 1963,
"Año de la Organización"
(Fragmentos)
[...]
Al principio de la Revolución no había maestros
para las montañas. Era difícil; en parte porque la mayor cantidad de
los maestros procedía de las ciudades. Claro está que en las
montañas no había ni escuelas primarias, ¿cómo iban a salir maestros
de las montañas? En el campo las escuelitas de primero y segundo
grados, y nada más.
Las escuelas normales estaban en las ciudades,
y, naturalmente, todos los cuadros profesionales para la enseñanza
que salían de las ciudades, era muy difícil que se adaptaran a la
vida del campo. Hay muchas historias sobre el trabajo, de cómo
funcionaban las escuelas. Algunas escuelas funcionaban muy bien,
pero otras funcionaban mal. Había maestras en algunas escuelas de
campo muy cumplidoras. Pero había otras que iban el miércoles y
regresaban el jueves. Eso era en el campo. No en las montañas.
Yo nací y viví en el campo, y fui a una de esas
escuelitas al principio. No quedaba muy lejos, desde luego, el
ferrocarril estaba a cuatro kilómetros. Pero una escuela en La
Plata, en Ocujal, en Palma Mocha, en Caguara, en Gavino, en San
Lorenzo, en Caracas y en todos estos sitios de la Sierra Maestra es
una cosa distinta y muy difícil, porque allí se está a una distancia
de días de cualquier comunicación.
Fue necesario hacer un llamamiento a la
juventud: estudiantes de bachillerato, de las universidades o de las
escuelas de Comercio, que quisieran incorporarse a la enseñanza. Y
para probarlos organizamos la escuela en las Minas del Frío. Allí
pasaban por una prueba de un curso de varios meses, incluso tres
ascensos al Turquino, porque a nosotros la Revolución, la guerra, la
lucha en las montañas, nos enseñó que las montañas eran una prueba
muy dura y muy buena, y los que no tenían temple para las montañas
terminaban siempre inventando algo para regresar al llano o para
abandonar la lucha. Algunos lo confesaban francamente: "No puedo
resistir".
Utilizamos la montaña y, sobre todo, un
ambiente de montaña, que era la zona donde iban a trabajar.
Y así se organizaron tres cursos donde
estudiaron miles de jóvenes y de donde salieron miles de maestros.
Pero de entre los alumnos de aquellos cursos hicimos una selección y
organizamos la Escuela de Instrucción Revolucionaria "Conrado
Benítez".80 Luego, las instructoras "Conrado Benítez" son una
selección de los maestros voluntarios, de los que pasaron el curso
de las Minas del Frío y después estudiaron aquí, recibieron un curso
especial en que se les capacitó para su trabajo como instructoras
revolucionarias y, al mismo tiempo, como maestras, para trabajar en
las escuelas nocturnas de domésticas.
Mientras, los demás maestros voluntarios
continuaron en las montañas y hoy constituyen la Brigada de Maestros
de Vanguardia "Frank País", y la brigada está integrada,
fundamentalmente, por aquellos maestros voluntarios, que hoy día
constituyen uno de los más poderosos brazos educativos con que
cuenta nuestro país, porque realizan un trabajo muy importante y
duro de hacer, que es la enseñanza en las montañas, que están
realizando bien y con gran entusiasmo. Esos maestros vienen todos
los años, los trae el Ministerio de Educación y organiza cursillos
con ellos.
[…]
DISCURSO EN LA REUNIÓN CON LOS SECRETARIOS GENERALES DE LOS 25
SINDICATOS NACIONALES, Teatro de la Central de Trabajadores de Cuba,
La Habana, 21 de enero de 1965, "Año de la Agricultura"
[…]
Y el éxito de nuestro país dependerá mucho de
la medida en que sepamos incorporar a la mujer al trabajo
productivo. Y primero todos aquellos trabajos productivos que pueden
realizar ellas, para que los hombres realicen aquellos trabajos para
los cuales están naturalmente más capacitados, bien por razones de
carácter físico, o bien por razones de carácter social.
La mujer, además, tiene la gran función social
de la reproducción, en la cual juega un papel importantísimo. Por lo
tanto, hay que tener en cuenta todos esos factores.
[…]
DISCURSO EN LA III PLENARIA NACIONAL DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES
CUBANAS, Isla de Pinos, 19 de febrero de 1965, "Año de la
Agricultura"
[…]
Entendemos, realmente, que con la Revolución ha
ido desapareciendo una de las formas de discriminación más injustas
que había: la discriminación de la mujer; esa de la cual no se
hablaba pero que estaba latente, subsistía y pesaba de una manera
tremenda sobre la mujer en nuestro país.
[…]
Hoy no es así. No se podía pensar nunca en un
estado de igualdad social de la mujer y del hombre, cuando era
educada para el matrimonio y si fracasaba en ese tal matrimonio
quedaba realmente desvalida; no se podía pensar en la estabilidad de
la familia porque no existían esas condiciones que pueden crear la
unión sobre bases absolutamente espontáneas.
[…]
Eso, gracias al aporte de la mujer a la
Revolución, gracias al entusiasmo de la mujer por la Revolución,
gracias a la pasión de las mujeres cubanas por la Revolución. Y como
parte preterida de la sociedad, igual que lo era el campesino, el
obrero, igual que lo era el negro, la mujer por eso apoya a la
Revolución, la mujer por eso lucha por la Revolución, defiende la
Revolución y trabaja en la Revolución.
[…]
DISCURSO EN LA V PLENARIA NACIONAL DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES
CUBANAS, Santa Clara, 9 de diciembre de 1966, "Año de la
Solidaridad"
[…]
[...] "Que verdaderamente había en la mujer
dentro de la sociedad una fuerza potencial y un recurso humano
extraordinario para una Revolución".
Pero, ¿qué ocurre? ¿Qué nos ha ocurrido a
nosotros, o qué nos está ocurriendo? Nos está ocurriendo que, en
realidad, esa fuerza potencial es superior a la que los más
optimistas de nosotros habríamos podido ver jamás. Y por eso
decíamos que, tal vez en el fondo, inconscientemente,
inconscientemente había algo de prejuicio o había algo de
subestimación, puesto que la realidad está demostrando, apenas al
comenzar a marchar por ese camino, todas las posibilidades y todo el
papel que la mujer puede jugar en un proceso revolucionario donde la
sociedad se libra de la explotación, en primer lugar; de los
prejuicios y de toda una serie de circunstancias donde la mujer
ocupaba o, se puede decir, donde la mujer era doblemente explotada,
doblemente humillada.
[…]
DISCURSO PRONUNCIADO EN EL X ANIVERSARIO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES
CUBANAS, Teatro Charles Chaplin, La Habana, 23 de agosto de 1970,
"Año de los Diez Millones"
[…]
Una tarea que no estaba priorizada en aquel año
de 1960, cuando la fuerza de trabajo sobraba prácticamente, fue el
problema de la incorporación de la mujer al trabajo. Y en los
últimos años una de las más extraordinarias actividades desplegadas
por la Federación ha sido esa, que en el año 1969 alcanzó a ciento
trece mil mujeres y en el año de 1970 lleva un ritmo en los primeros
meses aún superior.
[…]
DISCURSO EN EL II CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS, La
Habana, 29 de noviembre de 1974, "Año del XV Aniversario"
[…]
Nos satisface ver la fuerza que tiene la
Revolución en las mujeres; nos satisface comprobar la calidad
revolucionaria de las mujeres cubanas, la abnegación, la disciplina,
el entusiasmo, la pasión por la Revolución, por las ideas justas,
por la causa justa de las mujeres cubanas, demostrando con ello sus
virtudes que —como hemos dicho en otras ocasiones— son las virtudes
que se exigen del militante revolucionario y que las mujeres las
poseen en un grado muy alto. Por lo que creemos que nuestro Partido
se debe nutrir más de esa fuerza, que nuestro Estado se debe nutrir
más de esa fuerza, que nuestro aparato productivo se debe nutrir más
de esa fuerza.
[…]
DISCURSO EN EL III CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,
Teatro Karl Marx, La Habana, 8 de marzo de 1980, "Año del II
Congreso"
[…]
Cuando se habla de internacionalismo y del
espíritu internacionalista de las mujeres cubanas, a mí me venían a
la mente dos ejemplos: el ejemplo del Destacamento Internacionalista
"Che Guevara", que está enseñando en Angola, integrado en gran parte
por mujeres. Pero otro ejemplo que está más cercano, el de los 1 200
maestros cubanos que están dando clases en Nicaragua, que han
ayudado a crear cientos de nuevas aulas y que fueron a dar clases,
no en las ciudades, sino a los más apartados rincones del país; en
lugares a veces tan distantes que tienen que estar tres días a
caballo para llegar, que es más que decir Sierra Maestra, Baracoa,
es más que eso. Porque en el hermano país de Nicaragua existen menos
comunicaciones que en Cuba. Y a esos lugares, a los más apartados,
van a vivir como viven las familias campesinas que los albergan, a
enseñar niños, a enseñar adultos; profesores que en algunas
ocasiones tienen 50 alumnos, otros tienen hasta 100 y más de 100, de
un grado y de otro grado. Son impresionantes las noticias del
trabajo que desarrollan esos maestros en Nicaragua, y el prestigio
que tienen, el reconocimiento que tienen. Bien, ese contingente,
casi un 50%, está integrado por mujeres, ¡casi un 50%!, muchas de
las cuales son madres.
[…]
DISCURSO EN EL V CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,
Palacio de las Convenciones, La Habana, 7 de marzo de 1990, "Año 32
de la Revolución"
[…]
Se ha hablado de una igualdad futura o de la
lucha por una igualdad, en que muchos teníamos la mejor intención de
cambiar aquella situación que encontramos al triunfo de la
Revolución; hoy esa es una realidad que se ha impuesto y estoy
seguro de que se impondrá cada vez más, y sobre todo a partir de
este hecho de que las mujeres constituyen la mayoría de la fuerza
técnica, y una mayoría que crece y cuyo talento se hace cada vez más
evidente, cuyas cualidades son cada vez más incuestionables.
[…]
DISCURSO EN EL VI CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,
Palacio de las Convenciones, La Habana, 3 de marzo de 1995, "Año del
centenario de la caída en Combate de José Martí"
[…]
Pero, ¿qué sería de nuestra Revolución sin la
Federación de Mujeres Cubanas? ¿Cuánto podríamos hablar de derechos
sociales alcanzados, de conquistas logradas, de injusticias que
hemos podido hacer desaparecer?
Se mencionan también algunos índices, como el
de la proporción de mujeres que son técnicas y profesionales, ya muy
por encima de la del número de hombres.
Podemos decir lo que no se dice en ningún otro
país, que aquella desigualdad en los salarios no existe en Cuba.
[…]
Se hizo el Código de Familia. Algunos podrán
decir: "¿Fue incorrecto? ¿Fue un sueño? ¿Fue una ilusión?" No, no
fue incorrecto, ni fue sueño, ni fue ilusión. Yo creo que ayudó a
crear bastante conciencia, porque sabemos de muchos casos, de
infinidad de casos, en que el hombre ayuda hoy a la mujer como no la
ayudaba en otros tiempos. En otros tiempos no era ninguna la ayuda,
y sé de muchos casos, y ustedes saben, de matrimonios que comparten
los trabajos del hogar: uno limpia, el otro cocina, atiende a los
niños y va al hospital también.
Sí, aquel Código ayudó a formar una conciencia.
No era un Código coercitivo que obligaba a nadie a lavar platos en
su casa, pero sí enseñó y educó a mucha gente en la idea de que hay
que fregar los platos.
[…]
Muchos nos envidian por ser el país que tiene
la educación que tiene, los niveles de salud que tiene. Nosotros,
con Período Especial, hemos podido mantener en menos de diez por
cada mil nacidos vivos la mortalidad infantil. ¡Increíble,
compañeras! Eso es casi milagroso.
[…]
En estas condiciones es que ustedes, las
compañeras de la Federación, luchan hoy. Tenemos otros peligros: que
a la sombra de esta circunstancia la gente empiece a apreciar menos
todo esto, que a la sombra de esta circunstancia decaiga la
conciencia sobre la necesidad de ser justo con la mujer y decaiga la
conciencia sobre el trabajo que en todos los sentidos ha hecho la
Federación, tanto en lo social como en lo político; tanto en la
ayuda a toda la tarea de la Revolución, como en la búsqueda de la
justicia para la propia mujer.
[…]
Pero es muy importante también la comprensión
de que la mujer es una fuerza política tremenda, y hoy más que nunca
la Revolución necesita del apoyo de las mujeres; en la medida en que
tenemos tiempos más difíciles, más apoyo. No podemos permitir que se
desalienten las mujeres, que se sientan relegadas, que se sientan
que no hay ya el mismo ardor en el combate por la justicia.
[…]
CARTA ENVIADA CON MOTIVO DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER, La
Habana, 8 de marzo de 1997, "Año del 30 aniversario de la caída en
combate del Guerrillero Heroico y sus compañeros"
A las mujeres cubanas:
Con motivo de esta nueva celebración del Día
Internacional de la Mujer quiero hacerles llegar a ustedes las más
sinceras muestras de reconocimiento y admiración.
Ya están lejanos en el recuerdo, pero muy
presentes en las vivencias de todos los que vivimos en la sociedad
cubana anterior al triunfo de la Revolución, aquellos tiempos en que
ser mujer significaba sufrir como nadie en carne propia la
explotación y la discriminación de todo tipo. Pero a pesar de esa
carga injusta y onerosa que pesaba entonces sobre sus hombros, la
mujer supo estar presente en los momentos cruciales de la lucha de
los cubanos por su mejor destino, y contribuir de manera destacada a
la obra creadora del pueblo en todas sus manifestaciones.
Con la Revolución llegó para siempre la
dignificación plena de la mujer cubana. Fueron las oportunidades y
el ambiente de igualdad y respeto creados por la Revolución los que
le permitieron a ella explotar cabalmente sus inagotables
potencialidades como ser humano, y llegar así a ocupar el lugar que
justamente les corresponde en nuestra sociedad, sin discriminación
ni menoscabo.
Por otra parte, sin la mujer la obra ingente de
la Revolución no habría sido posible. A lo largo de estos años
difíciles, no ha habido tarea económica, social y política, no ha
habido logro científico, cultural y deportivo, no ha habido aporte a
la defensa de nuestro suelo y de la soberanía de la Patria, que no
haya contado con la presencia invariablemente entusiasta y
patriótica de la mujer cubana. Nadie como ella ha hecho los mayores
sacrificios en el Período Especial que estamos aun viviendo, ni se
ha empinado tanto hasta convertir en hazaña el esfuerzo cotidiano.
Ni las palabras ni los homenajes, pueden
reflejar en su justa dimensión la grandeza de la mujer cubana,
ganada a fuerza de su ejemplo incomparable.
Ante las grandes tareas de hoy, y frente a las
constantes amenazas por destruir la obra forjada por nuestro pueblo
con su tenaz y heroico esfuerzo, contamos con ustedes, queridas
compañeras, convencidos de que en la mujer cubana la Revolución
cuenta con uno de sus destacamentos más firmes y combativos, y
seguros de que con la energía, la sensibilidad, la inteligencia y la
decisión de la mujer la Revolución es invencible.
Fraternalmente,
Fidel Castro Ruz
DISCURSO PRONUNCIADO EN LA ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR,
Palacio de las Convenciones, La Habana, 24 de febrero de 1998, "Año
del Aniversario 40 de las batallas decisivas de la guerra de
liberación"
[…]
Ahora vivimos en una sociedad donde más de 60%
de la fuerza técnica son mujeres; vivimos en una sociedad donde la
mujer tiene empleo. No concebimos a la mujer como una esclava del
hombre; la concebimos como un ser humano con todos los derechos,
incluso, acreedora de privilegios, por el hecho real de que en
nuestro mundo, por distintas razones y hasta por herencias
culturales o por falta de desarrollo de la conciencia, por todas
esas razones, y hasta por razones naturales, la mujer tiene una
carga superior a la del hombre. Pues, ¿quién puede negar eso?
[…]
Por mucho código de familia que hemos hecho y
aprobado… el Código de Familia es más bien educativo, no es
coercitivo; nadie va a la cárcel por no ayudar a la mujer a fregar
los platos, o no cargar al niño, o no darle el biberón. Y hay muchos
hombres que lo hacen, hay que decir la verdad. En honor de la
Revolución se puede decir que ha mejorado al hombre, porque sé de
muchos jóvenes que practican ese principio de compartir los trabajos
en el hogar; pero la gran realidad es que el peso principal —estoy
viendo a uno que se está riendo, no lo voy a mencionar— lo tiene la
mujer. Y la mujer trabajadora sufre mucho el peso del trabajo que
tiene en el hogar, muchísimo.
[…]
Hoy en este país se respeta a la mujer, se
siente hacia ellas todo el respeto al que son acreedoras, y más
respeto si fuera posible; ya no dependen del hombre económicamente,
porque tienen su educación, son profesionales universitarias,
profesoras, maestras, trabajadoras, técnicas.
[…]
Qué pensamos, qué queremos y en qué mundo
vivimos, y qué trabajo cada vez más difícil el de los maestros, el
de los profesores, el de los padres y el de todo el mundo, porque el
imperialismo y el capitalismo en sus negocios no respetan ninguna
moral, ninguna ética, ninguna familia, ninguna decencia, ningún
niño, y nosotros somos antimperialistas y anticapitalistas primero
que todo. No defendemos esos repugnantes sistemas.
No he mencionado la prostitución infantil, ese
fenómeno generalizado en los países del Tercer Mundo, horrible;
miles, decenas de miles, millones de niñas y de niños prostituidos.
Nosotros, recientemente, adoptamos medidas
legales más duras y si hay que adoptarlas más duras, más duras
todavía las adoptaremos; no podemos permitir jamás esos fenómenos de
la prostitución infantil…
[…]
INTERVENCIÓN ESPECIAL EN EL ACTO POR EL DÍA INTERNACIONAL DE LA
MUJER, Palacio de las Convenciones, La Habana, 8 de marzo de 2005,
"Año de la alternativa Bolivariana para las Américas"
[…]
¿Qué vamos a hacer? La Revolución ha hecho unos
cuantos milagros, no se puede negar. Milagro, milagro es haber
resistido al poderoso imperio de la superpotencia que quiso
destruirnos; quiso vanamente destruirnos, y todavía lo sueña en
determinados ratos de extravagancia y delirio. Y cuando el Sol dejó
de salir, como dije —cual fue para el mundo, y de manera especial
para nosotros, que un día la URSS desapareciera—, este pueblo fue
capaz de resistir al imperio envalentonado y lleno de odio, que ya
calculaba que la desaparición de la Revolución era cuestión de días,
y han pasado unos cuantos, y van a pasar unos cuantos más, y el
pueblo de Cuba resistió.
[…]
Tomado de
Mujeres y Revolución, autor: Fidel Castro Ruz, compilación de:
Yolanda Ferrer Gómez y Carolina Aguilar Ayerra. Editorial de la
Mujer con la colaboración de Fernando Carr.
Este libro ha sido elaborado por la Federación
de Mujeres Cubanas y la Editorial de la Mujer, con la colaboración
de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. |
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